...arena enfriando en cubitera de vino blanco y silencios largos pero no del todo incómodos, un cambio de aceite largamente prolongado que llega justo cuando ya las culatas y las bielas empiezan a generar carbonilla, quemadas de mezclas incompletas y doloridas de acelerones y frenazos...las huellas escriben un par de paralelas de distancia imposible mientras el mar palpita como el corazón de la noche.
En esos paseos, la arena puede quedarse entre los dedos y habrá que sumergirse, nadar mar adentro, a ver si así dejan de picarnos las plantas de los pies.
Escrito por soloclarice a las 2 de Agosto 2004 a las 10:14 AM